A lo largo de la última década, la saga de Need for Speed ha tenido entregas con un nivel variado de éxito comercial y crítico. Desde que Ghost Games se encargó de desarrollar los juegos de la franquicia, algunos han sido queridos, otros criticados, y otros simplemente ignorados. Es por eso que, a 10 años de Most Wanted, Electronic Arts decidió que Criterion Games sea una vez más quien se encargue de la nueva entrega, con Need for Speed Unbound.
Los desarrolladores de aquella clásica entrega y de Hot Pursuit son quienes estuvieron a cargo de este nuevo lanzamiento, que trae una perspectiva novedosa a la serie de juegos automovilísticos. Con ciertas renovaciones, aunque ateniéndose a la fórmula de siempre, Need for Speed Unbound se propuso ser una bocanada de aire fresco para esta saga, que tanto la viene necesitando.
La premisa de Need for Speed Unbound, para quienes no están familiarizados con el resto de los juegos en esta franquicia, consiste en que somos un piloto de carreras callejeras de fantasía, en un ambiente urbano. En este caso nos encontramos en Lakeshore City, una versión ficticia de Chicago, y debemos ganar carreras, para conseguir dinero, personalizar nuestro vehículo, y tener más chances de conseguir el objetivo final: finalizar primeros en El Grand, la máxima competición de la ciudad.
Todo esto deberemos hacerlo mientras burlamos a la policía, mejoramos lo más posible nuestros coches favoritos, y atravesamos una historia que involucra a nuestro personaje y varios otros secundarios, la cual se irá desarrollando a lo largo de la entrega. La narrativa no es nada del otro mundo, es una simple excusa para darle algo más de trasfondo a ciertas carreras; está llena de clichés y nunca será el foco de Unbound.
Lo que sí siempre llamará la atención es el estilo visual, sin dudas lo que más llama la atención de Unbound con respecto a los anteriores juegos de Need for Speed. Además del fotorrealismo al que ya estamos acostumbrados con los títulos de carreras, tendremos personajes al estilo animé, incluyendo el nuestro propio, que podremos personalizar con el look y la vestimenta que nosotros queramos.
Este estilo cartoon se extiende también a ciertos efectos visuales que veremos al manejar, además de que estará impregnado en los distintos elementos de interfaz del juego. Si bien chocaba verlo en los primeros tráilers, su inclusión está más que justificada, ya que el estilo urbano y de graffiti tiene mucho que ver con lo que propone la temática del juego, e incluso se complementa de gran manera con el soundtrack, más modernizado que nunca.
Aquella decisión artística puede gustar como no: personalmente, me pareció refrescante ver algo de variedad visual en un juego de carreras, que últimamente solo parecen competir para ver cuál puede ser el más realista, y se puede tornar aburrido y monótono. Cuanto más tiempo pases con Need for Speed Unbound, más te acostumbrarás a esta arriesgada decisión, y los personajes 2D junto a los abundantes efectos visuales llamativos ya no parecerán tan extraños, y terminarán teniendo cohesión con el resto del juego.
Con respecto al gameplay, este no varía demasiado de las pasadas entregas, para bien o para mal. Tendremos una mecánica de derrapar para llenar las ráfagas de nitro, es decir que cuantos más derrapes y cuanto más pasemos por al lado del resto de los autos en la carrera, más se llenará la barra y podremos ejecutar más seguido el turbo. Es una forma de darle dinamismo a la jugabilidad, y nos proveerá con secuencias increíbles cuanto más dominemos esta forma de manejar.
El verdadero problema de Unbound yace en que todo esto es novedoso durante las primeras horas de juego, pero pronto se tornará monótono, y nos costará encontrar la motivación para seguir jugando. Si eres muy fanático de los autos, sí querrás conseguir el dinero suficiente para desbloquear una nueva parte, o un nuevo modelo. Pero el grind se hace tan repetitivo, que el jugador promedio se aburrirá pronto de todo lo que hay que conseguir para ganar más dinero.
Nos encontraremos jugando una carrera tras otra para conseguir fondos, los cuales gastaremos para entrar a competiciones con mayores recompensas. Es un loop constante en el cual pronto nos daremos cuenta de la poca variedad que hay en cuanto a carreras: también hay un modo llamado Takeover en el que deberemos manejar solos en un circuito encadenando derrapes y destrozando objetivos para ganar más nitro, pero luego de la primera vez se transforma en algo tedioso.
Lo mismo sucede con las persecuciones policiales: en plena carrera, pueden ser un factor inesperado que cambie nuestra estrategia, y genere momentos memorables. Pero al encontrarlos en el mundo abierto, donde quizás queremos hacer algunos de los desafíos básicos que por allí se encuentran desparramados, terminan siendo más un fastidio y una pérdida de tiempo que una secuencia divertida.
Hay varias cosas que valen la pena sobre Need for Speed Unbound: su estilo de arte ofrece algo de variedad a una franquicia que realmente la necesitaba, la personalización de coches y personajes es realmente minuciosa, y las adiciones al gameplay le dan variedad y dinamismo. Pero por más bello que sea el mundo abierto, debido a lo repetitivo y tedioso que se puede tornar el grind, la experiencia termina siendo un poco amarga.